La riqueza escondida del Calendario Cristiano

A diferencia del calendario comercial, el año cristiano se desarrolla entre una serie de celebraciones y estaciones que conducen a los cristianos en un ciclo anual de recordación y anticipación a través de los eventos más importantes de la vida de Jesús.


Biblia abierta Richard Foster, en su afamado libro “Celebration of Discipline”[1] (1978) plantea que los mayores problemas de nuestro tiempo no son los tecnológicos, ni políticos, ni económicos, sino que son morales y espirituales y, a menos que podamos progresar algo en estos aspectos, tal vez ni siquiera podamos sobrevivir. Sus palabras pueden parecer exageradas, pero lamentablemente Foster tenía razón. De hecho, si no creyéramos que Cristo es quien sostiene a su Iglesia, las palabras de Foster estarían próximas a hacerse realidad.

En más de alguna oportunidad, voces autorizadas en el tema de espiritualidad cristiana, como Dallas Willard, Eugene Peterson, Thomas Merton, Henri Nouwen o el propio Foster, llegaron a una reflexión similar: parte de los problemas morales y espirituales provienen de que nos hemos dejado llevar por el ritmo de este mundo, siendo moldeados por sus rituales, a pesar de que fuimos llamados a ser contraculturales, iluminando su oscuridad con la luz del Evangelio.

El problema parece ser, como plantea James Smith [2], que hemos adoptado prácticas litúrgicas guiadas por el calendario comercial, generando en nosotros un hábito tan grande, que nos es difícil pensar en medir el tiempo de una forma diferente a ese calendario. Y no estoy diciendo que debemos abolir el calendario, sino que, así como tenemos nuestros propios rituales contraculturales (como el culto dominical, los sacramentos o las disciplinas espirituales), podríamos poner en práctica el uso de una herramienta pedagógica que por siglos acompañan el caminar de la Iglesia, uniendo a cristianos de todo el mundo en torno a celebraciones, lecturas bíblicas y reflexiones que alimentan la fe y dan vigor en el camino a casa: Me refiero al Calendario Cristiano.

El Calendario Cristiano es la forma que encontraron los cristianos de los primeros siglos[3] para colocar a Cristo en el centro de nuestra marcación del tiempo. A diferencia del calendario comercial, el año cristiano se desarrolla entre una serie de celebraciones y estaciones que conducen a los cristianos en un ciclo anual de recordación y anticipación a través de los eventos más importantes de la vida de Jesús. Varias de las denominadas “iglesias históricas” que cultivan la tradición teológica litúrgica usan este calendario. Este calendario divide el año en dos grandes bloques: (1) La historia de Jesús, que contiene las estaciones de Adviento, Navidad, Epifanía, Post Epifanía, Cuaresma, Semana Santa, Triduo Pascual, Pascua y Pentecostés; (2) La historia del Pueblo de Dios, que va desde el domingo de la Trinidad (sí, el Calendario Cristiano es trinitario) hasta la víspera del Adviento.

Lamentablemente, el sentimiento anti-católico (romano) de parte de muchos evangélicos y algunos grupúsculos reformados, llevaron a buena parte de la iglesia cristiana a desechar esta hermosa herramienta pedagógica cristiana. Sin embargo, la desconfianza en el Calendario Cristiano viene del desconocimiento y de la falsa dicotomía[4] de que todo lo estructurado impide la libertad del Espíritu Santo. Orden y espontaneidad pueden convivir. Tradición e innovación pueden caminar juntas. La liturgia tiene un papel formativo en el discipulado, ordenando el culto de forma intencional; ella, regada por el Espíritu Santo, prepara al cuerpo de discípulos para la misión semanal de ser sal y luz.

Personalmente, la práctica de marcar el paso del tiempo colocando a Cristo en el centro, ha sido de una inmensa bendición. A modo de testimonio, haber vivido el inicio de la pandemia con el telón de fondo de la Cuaresma fue una inyección de confianza y esperanza. No se trata de hacer santos días que no lo son (como argumentan algunos círculos reformados), sino de readaptar el alma para que funcione dentro de la historia de Dios, en los tiempos que Él quiso usar para develar la Historia de la Redención.

Me anima la reflexión de Kevin Vanhoozer[5]:
“La liturgia, en especial el Calendario Litúrgico, es una especie de Suma Teológica viva, un resumen de la fe y de la experiencia cristiana en su totalidad. Es una manera poderosa de llevar al cuerpo de Cristo a participar de forma activa en el drama de la redención. El bautismo es apenas la puerta de entrada: una iglesia que sigue el calendario litúrgico por medio de lecturas bíblicas que están organizadas de acuerdo con los hechos de la vida de Jesús, aprende a experimentar su propia vida como inserta en la vida de Jesús, semana a semana, año tras año.”[6]

Los animo a conocer más sobre el Calendario Cristiano en este sitio, o acercándose a las tradiciones reformadas Anglicana y Luterana confesionales.
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[1] En español, “Alabanza a la Disciplina”; Editorial Betania, 1986.
[2] SMITH, James. Você é aquilo que ama. Vida Nova. São Paulo, 2017.
[3] El calendario eclesiástico más antiguo data del siglo IV.
[4] Daniel Vieira, Coordinador Ejecutivo de lecionario.com , en entrevista para el blog de la Editorial Mundo Cristão de Brasil.
[5] Kevin Vanhoozer es Teólogo Reformado, profesor de Teología Sistemática en el Trinity Evangelical Divinity School.
[6] VANHOOZER, Kevin. O Pastor como Teólogo Público. Vida Nova, 2016.

Jano Molina

pastor reformado, teólogo y comunicador. Actualmente se desempeña como Coordinador de Amigos de L'Abri Chile, fomentando la reflexión teológica, la hospitalidad, la devoción y la vida cristiana.

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